Secuelas siquiátricas de la violencia de género

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Ser víctima de violencia de género puede impactar la vida de la persona de manera significativa y puede representar situaciones dolorosas más allá de las agresiones físicas.

Jeanette Taveras, médica psiquiatra de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), dice que abordar el tema de la violencia tiende a ser amplio y vasto en complejidad, debido a que este fenómeno incide e impacta todos los aspectos del ser humano.

La especialista detalla que abundan las definiciones tratando de explicar mejor este intrincado fenómeno.

La Organización Mundial de la Salud lo define como: “El uso deliberado de la fuerza física o poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona, grupo o comunidad, que cause o tenga probabilidades de producir lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.

Tipos de daños

Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidad hace énfasis específicamente dirigida a la mujer como “todo acto que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada”.

“Cuando hablamos de la violencia basada en el género englobamos todos los actos perjudiciales perpetrados en contra de una persona basándose en las características propias que le definen como hombre o mujer”, explica Taveras.

Las más vulnerables

Dice, además, que ambos géneros pueden ser víctimas o perpetradores de violencia, pero es sabido que existe una vulnerabilidad asociada hacia el género femenino relacionado a la inequidad de derechos y atribuciones de poder al sexo masculino culturalmente aceptadas.

Este tipo de violencia no tiene distinción de edad y el hecho de verse presente en las etapas tempranas de la vida hace que el individuo sea más propenso a replicar estas conductas erráticas posteriormente.

Taveras dice que en nuestra sociedad las cifras de violencia basada en género van en incremento, por lo que es imprescindible conocer sobre esta problemática que no es ajena a la cotidianidad.

El mayor riesgo

La doctora resalta que más allá de las secuelas físicas, son las psicológicas y comportamentales las más comunes, en las cuales el hecho de ser víctimas las expone a un mayor riesgo de presentar un trastorno mental, siendo la depresión, el trastorno por estrés post traumático, los trastornos de ansiedad, el comportamiento suicida u homicida, el uso y abuso de sustancias, los más frecuentes.

Señala que estas personas pueden experimentar altos niveles de ansiedad al recordar los actos violentos; la persona puede sentirse ultrajada o desvalorizada; sumirse en la tristeza, la falta de sentido a la vida, la desesperanza, temor constante, problemas para dormir o alimentarse, aislamiento, ira, culpa y responsabilidad por lo acontecido, incurrir en alcoholismo o uso de drogas para mitigar los síntomas.

Taveras explica que no todas las personas expuestas a situaciones violentas desarrollan síntomas conductuales; así como puede suceder lo contrario, influyendo las características de su personalidad, tipo de acto violento en sí y si cuenta o no con apoyo familiar y asistencial.

“La violencia basada en el género la vemos de manera constante en nuestro entorno. Por ejemplo, la mujer que se le obliga a renunciar a su trabajo para dedicarse a las labores domésticas mientras el hombre es proveedor, las restricciones económicas y sociales impuestas luego de iniciar una convivencia de pareja, entre otros.

También por los medios de comunicación que presentan imágenes sin filtros que no cuentan con advertencia previa de violencia. Pero no por esta “normalización” debemos hacernos ajenos a tratar de evitar la propagación de la violencia”, destaca Taveras.

Actos violencia de género

Es vital resaltar que es infrecuente que se asocie al maltratador con algún trastorno mental establecido, pero si existen rasgos que pueden desencadenar en actos de violencia de género, como el trastorno narcisista de la personalidad, trastorno antisocial, trastorno límite e histriónico, incrementándose la probabilidad si están asociados al consumo y abuso de sustancias.

Además, este tipo de maltrato presenta características propias: la víctima tiene un fuerte vínculo afectivo y de confianza con su agresor o agresora, es una situación que en sus inicios no se suele denunciar, mayormente sucede dentro del hogar y suele ser un comportamiento repetitivo.

La especialista concluye diciendo que la manera más efectiva de prevenir y combatir la violencia de género es por medio de la educación con programas enfocados a la familia y la comunidad, cultivar relaciones sanas, la detección y fomento de la cultura de la no violencia, intervenciones legales eficaces, así como la consejería, terapia psicológica y psiquiátrica y buscar mejorar las políticas públicas.